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El Mirador del Río está situado en el cabo norte de la isla, a 480 metros de altura sobre el nivel del mar y orientado hacia el noroeste, ofrece una vista privilegiada de la zona que comprende el archipiélago Chinijo (islas de la Graciosa, Montaña Clara y Alegranza.)
Estamos en una antigua posición militar e artillería denominada "Baterías del Río", que fue transformada en mirador, con el fin de contemplar una de las más espectaculares panorámicas que existen en Lanzarote.
El responsable de la reconstrucción de esta antigua posición de artillería, "Baterías del Río", fue el artista César Manrique, que mandó hacer una excavación en el monte, construyéndo en la hondonada un restaurante, y puso dos cúpulas en ese gran espacio, sobre las que se echó tierra creciendo después la hierba sobre ellas.
El Mirador dispone de varias terrazas y ventanales desde los cuales se puede contemplar un hermoso paisaje, siempre que lo permita la climatología (conviene visitarlo en días claros).
Lo primero que nos sorprende en nuestra llegada al Mirador del Río es el gran anfiteatro semicircular de acceso, construido con piedra seca, que realiza la función de ámbito de recepción general. La idea principal de Manrique fue ocultar la visión del paisaje que nos aguarda hasta el último momento, con el propósito de convertirlo en una gran sorpresa, lo que se ve acrecentado en nuestro trayecto por la sinuosa galería de paredes blancas y suelo de madera. Por fín, nos encontramos ante una espectacular vista del denominado Archipiélago Chinijo, formado por los islotes de La Graciosa, Montaña Clara, Alegranza (la isla canaria más cercana al continente europeo) y el Roque del Oeste, que junto al Risco de Famara han sido declarados oficialmente como espacio natural protegido. En todo el macizo de Famara y sus alrededores existe una gran variedad de flora endémica y aún perviven los últimos ejemplares de Halcón Eleonor.
Además de la impresionante visión de los islotes, el Mirador del Río merece de nosotros una visita sosegada y curiosa. Todo el lugar destaca por su estilo sobrio y por la perfecta integración y mimetismo de la obra del hombre con el medio colindante. Son dignas de admirar las dos esculturas suspendidas del techo, construidas a partir de chatarra y materiales de desecho y cuya función es, además, la de romper la onda acústica; también es recomendable que ascendamos por la escalera hasta el nivel superior, donde se encuentra una original tienda, y que continuemos hasta la última terraza para comprobar desde allí la total simbiosis que mantiene el Mirador del Río con el entorno natural. El diseño interior, como el propio edificio, forman una pieza de arte en sí mismo, pudiendo considerarse una obra de características tanto escultóricas como arquitectónicas.